Me he envasado al vacío. Al final parece que el aire no es
tan necesario como nos habían dicho. Es otra vez más de lo mismo. Fingir, hacer
como que respiras para que no te miren raro. Pero en realidad no estoy
respirando. Se está mucho mejor así.

Ya, ya lo sé. Ahora es cuando vienes y me dices con ese tono
de reproche tan propio de ti, que me estoy equivocando, que no voy por buen
camino. Pero ya deberías saber que yo siempre elijo el camino más complicado. Y
en el fondo soy consciente de que me estoy equivocando, pero no me importa.
Aunque, ya que estás, no te vayas. Quédate conmigo y abrázame fuerte. Sí, así, como hacías antes. Desde que ya no estás hago muchas locuras, ¿sabes? Creo que te echo de menos. Creo que deberías volver.