sábado, 6 de julio de 2013

Va por ti

No lo encontrarás nunca bebiendo en algún tugurio a las tres de la mañana. Ni tampoco lo verás con cualquier otra. No lo hallarás jamás enturbiando su alma por dinero, poder, fama o avaricia, yendo a donde los demás van.  No, lo encontrarás siempre a mi lado.
Cuando haya gastado todo mi dinero y no me quede nada. Cuando mis amigos y familia hayan desaparecido. Cuando nadie sea capaz de prestarme ninguna ayuda. Sabré que no hay nada que temer porque él estará a mi lado.
Cuando me resulte difícil respirar y las lágrimas creen un río embravecido. Cuando la presión sea tan grande que no pueda soportarlo por más tiempo. Cuando sienta que las cosas no pueden ir peor. Incluso entonces, él seguirá a mi lado.

Y cuando todo empiece a derrumbarse y se acabe el mundo. Cuando el mar se seque y la tierra se abra. Cuando todos hayan enloquecido a nuestro alrededor. Le encontrarás donde siempre ha estado, a mi lado.

domingo, 12 de mayo de 2013

Entre tus palabras


Ya sabes cómo sucederá esto.
Y yo también.
Llegaré a casa,
me tumbaré en la cama
y estaré lista para continuar donde lo dejamos la última vez.
No voy a malgastar el tiempo.
Ya sé que sólo tenemos unos pocos minutos robados cada día.

Te miro.
Iluminas la habitación,
cuando tú estás ahí sólo puedo pensar en ti,
sólo puedo sentir lo que tú quieres que sienta.
Me atraes,
me quemas,
me seduces,
me creas adicción.

Te he echado tanto de menos.
Tus decorados de papel,
los ríos de cartón,
el cielo pintado sobre el techo de escayola,
esa música que sé que solo suena en mi cabeza.
Tus historias, tus locuras.

Tú,
que me mantienes despierta,
que me emocionas, que me enamoras,
que me haces pensar, que me completas,
que me hieres tan fácilmente como me arreglas,
que me haces cavilar sobre lo que significa estar realmente viva.

No quiero estar sola.
Nuestro mundo ha esperado demasiado tiempo.
Ahí, dentro de las páginas,
sobre mi mesilla.
Pero ya he vuelto.
Por fin estoy en casa.
Ya puedo volar.
Ya puedo soñar.
Ya puedo ser todo lo que quiera ser.
Pero, como todo, esto no será eterno.
En cuanto cierre las páginas,
tus historias desaparecerán
y tendré que volver a la realidad.
























lunes, 25 de marzo de 2013

Los ángeles pirómanos


Levantaron el vuelo tras haber incendiado la ciudad. Todo ardía y el calor consumía lo poco que no se habían llevado ya. La gente andaba ensimismada en sus problemas, ajena al destrozo que había a su alrededor.  Yo volvía a casa, a lo que quedaba de mi casa, esquivando las llamas y convenciendo a los semáforos para que se pusieran de mi parte. Una brisa de aire fresco se abría paso por la ciudad mientras yo no dejaba de rezar, pidiendo un poco de lluvia a algún demonio salvador. El mundo estaba al revés, pero ya no importaba. Los porqués morían en mis labios antes de salir. Al final no he podido despedirme, pienso, no he podido decirla una última vez lo mucho que la quiero. Ni tampoco he podido besarla, una vez más. Maldito fuego absurdo que me consume con cada paso. Deja de colarte lentamente en mi cuerpo o quémame ya de una vez. Pero no alargues esta agonía. Y tú, móvil desalmado, dime algo. Dime que aún queda esperanza o dime que no volveré a verla. Tú, teléfono agorero, dime si mi mundo se acaba de terminar en esa habitación de hospital o dime si puedo seguir respirando. Y, ya que estás, dime si el mundo va a volver a su sitio o si se va a quedar del revés para siempre. Me gustaría saber al menos eso. Ya que nadie parece que vaya a responderme a la pregunta más importante de todas. ¿Por qué los ángeles pirómanos quieren arrebatarme a lo que más quiero en este mundo?