domingo, 15 de mayo de 2011

Oscuridad en la luz.


No, no voy a decirlo en voz alta. Aunque lo sé perfectamente. Sé que esos días no van a volver. Y por eso me ha entrado miedo. Miedo a perderte, a perderte en serio, no como hasta ahora. Ya sé que esto pasaría, que algún día me ocurriría a mí también y tendría que pasarme la noche en vela. Acurrucada entre las mantas, con la luz apagada y los suspiros rotos.
Ya lo has conseguido. Mi conciencia no deja de repetirme una y otra vez el famoso ``te lo dije´´. Demasiados pasos en falso, es verdad. Pero, ¿qué querías que hiciera? Estaba asustada y desconcertada. Pero llegó un punto en el que mi paciencia se acabó. Ya he perdido lo último que se pierde. Ya no me quedan ilusiones. Así que, ya que estás, termina de llevártelo todo.
Mira lo que has hecho, mira lo que hemos hecho.

Y por fuera todo brilla. Es de día y el sol ilumina la calle. El cielo es azul y la gente pasea feliz. Pero por dentro todo es oscuro. Todo por tu culpa, ahora ya no veo nada.

jueves, 12 de mayo de 2011

Imagina...

Odio cuando tengo un día como este. No es que haya sido malo, más bien ha sido mediocre. No, lo que detesto de días como hoy es que cuando llego a casa me empiezo a cuestionar todo. Y como siempre que cuestiono las cosas, tu nombre aparece el primero. Y entonces me pongo a pensar en qué pasaría si todo fuera diferente.


Por ejemplo, imagina que tuviéramos la suficiente confianza como para decirnos las cosas que nos duelen. Imagina que yo soy feliz a tu lado tal y como estamos, que nunca quise algo más. Imagina que jamás te dejé cruzar esa delgada línea que lleva entre nosotros siglos. Esa línea que separa una relación de buenos amigos, de bromas y comentarios sin ningún sentimiento más allá de la amistad. Imagina que nunca dejé que me abrazaras y que yo sigo siendo la misma borde de siempre. Imagina que esa situación de besos no correspondidos no sucedió. Imagina que jamás te acercaste lo suficiente e imagina que no me besaste.

Bien, ahora, ya que estás, quiero que imagines que todo lo anterior es falso. Ahora vamos a suponer que me abrazaste y me dejé, que me besaste y yo te correspondí. Supón que con el paso del tiempo tú no te has vuelto un completo idiota y yo no he desistido. Supón que no prefieres a cualquier otro antes de estar conmigo. Supón que esa complicidad entre nosotros no ha muerto. Y ahora, supongamos que tú jamás me mirarás de la misma forma en que lo hago yo.

jueves, 5 de mayo de 2011

Entre tú y yo.



Ven, acércate. Shh, no digas nada, el tiempo de las palabras acabó hace mucho. Vamos, más cerca, no quiero que el aire pase entre nuestros cuerpos. Vamos, sabes que nuestros labios nunca deberían de haberse separado. Venga, bésame otra vez, que sigo comprobando mi teoría. ¿Sabes que cada vez que me besas mi corazón empieza a latir tan fuerte que temo que se pare? ¿Sabes que me recorre un dolor extraño por todo el cuerpo? Pero tranquilo, es un dolor agradable. El desagradable llega cuando te separas de mí. Ojalá te pudieras quedar. Sí, ya lo sé, no hace falta que me lo digas, sé que no puedes quedarte. Es extraño que la última vez que me mirara el reloj fueran las cuatro de la tarde y que ahora de pronto ya sean las nueve. Malditas obligaciones, ¿verdad? Sí, ya lo sé, tú tampoco quieres irte. Abrázame una vez más, por favor. Vuelve a mirarme de esa manera y dime una vez más que me quieres con los ojos. Venga, hay que levantarse, desenredar nuestros pensamientos conjuntos y volver a ser dos personas en vez de una. ¡Qué raro se me hace volver a ser yo! ¡Qué frío tengo al no sentir tu cuerpo a mi lado! No me mires así, que nos veremos mañana.

Y al día siguiente todo cambió. Tampoco pasó tanto tiempo, ¿verdad? Una simple noche y algunas horas del día hasta que nos volvimos a ver. Pero si ayer era blanco, hoy es negro. Cambiaste de idea y me cambiaste también la mía. Así que, aquí estoy, pero ya no volveré a estar nunca para ti. Se acabaron los pensamientos que tú protagonizabas a todas horas. Esto es lo que has conseguido, has conseguido que ya no quiera yo. He descubierto que ya puedo perderme en otros ojos. He descubierto que no soporto los ``casi´´ y tú era lo único que me decías.
Y ahora que ha pasado un poco más de tiempo, me doy cuenta de que no he cambiado tanto. Resulta que los pensamientos de los que creí librarme siguen ahí, aguardando su momento hasta que te vuelva a ver. Y sé que no puedo liberarme de ellos. Desde aquel día los segundos se han negado a pasar y yo he confundido unos meses con un siglo. Así que sí, hoy puedo afirmar que he tardado un siglo en darme cuenta de que te sigo esperando. He tardado un siglo en darme cuenta que jamás he odiado y amado tanto a una persona. Quiero que sepas que jamás he deseado olvidar como lo deseé aquel día. Quiero que sepas que nunca necesité tanto un simple roce, una caricia presentida. Pero aunque quiero que lo sepas, tengo la certeza de que jamás leerás mis palabras.