jueves, 5 de mayo de 2011

Entre tú y yo.



Ven, acércate. Shh, no digas nada, el tiempo de las palabras acabó hace mucho. Vamos, más cerca, no quiero que el aire pase entre nuestros cuerpos. Vamos, sabes que nuestros labios nunca deberían de haberse separado. Venga, bésame otra vez, que sigo comprobando mi teoría. ¿Sabes que cada vez que me besas mi corazón empieza a latir tan fuerte que temo que se pare? ¿Sabes que me recorre un dolor extraño por todo el cuerpo? Pero tranquilo, es un dolor agradable. El desagradable llega cuando te separas de mí. Ojalá te pudieras quedar. Sí, ya lo sé, no hace falta que me lo digas, sé que no puedes quedarte. Es extraño que la última vez que me mirara el reloj fueran las cuatro de la tarde y que ahora de pronto ya sean las nueve. Malditas obligaciones, ¿verdad? Sí, ya lo sé, tú tampoco quieres irte. Abrázame una vez más, por favor. Vuelve a mirarme de esa manera y dime una vez más que me quieres con los ojos. Venga, hay que levantarse, desenredar nuestros pensamientos conjuntos y volver a ser dos personas en vez de una. ¡Qué raro se me hace volver a ser yo! ¡Qué frío tengo al no sentir tu cuerpo a mi lado! No me mires así, que nos veremos mañana.

Y al día siguiente todo cambió. Tampoco pasó tanto tiempo, ¿verdad? Una simple noche y algunas horas del día hasta que nos volvimos a ver. Pero si ayer era blanco, hoy es negro. Cambiaste de idea y me cambiaste también la mía. Así que, aquí estoy, pero ya no volveré a estar nunca para ti. Se acabaron los pensamientos que tú protagonizabas a todas horas. Esto es lo que has conseguido, has conseguido que ya no quiera yo. He descubierto que ya puedo perderme en otros ojos. He descubierto que no soporto los ``casi´´ y tú era lo único que me decías.
Y ahora que ha pasado un poco más de tiempo, me doy cuenta de que no he cambiado tanto. Resulta que los pensamientos de los que creí librarme siguen ahí, aguardando su momento hasta que te vuelva a ver. Y sé que no puedo liberarme de ellos. Desde aquel día los segundos se han negado a pasar y yo he confundido unos meses con un siglo. Así que sí, hoy puedo afirmar que he tardado un siglo en darme cuenta de que te sigo esperando. He tardado un siglo en darme cuenta que jamás he odiado y amado tanto a una persona. Quiero que sepas que jamás he deseado olvidar como lo deseé aquel día. Quiero que sepas que nunca necesité tanto un simple roce, una caricia presentida. Pero aunque quiero que lo sepas, tengo la certeza de que jamás leerás mis palabras.

4 comentarios:

  1. Ya, el verdadero problema es entenderlas y que te importe lo suficiente como para encontrar un remedio, pero, en fin, nadie dijo que la vida sería fácil.

    ResponderEliminar
  2. Pues fíjate que yo creo que el principal problema es que te importe, y egoístamente hablando que me importe que te importe. Ya tengo pues el problema rondando. Una pregunta simple, merece la pena ?
    Si tus palabras se pudieran pintar llevarían un color azul gastado casi gris, como un blues de los años 20.

    ResponderEliminar
  3. Eso suena bien, lo de el blues digo. En fin, supongo que la importancia es relativa, así que...

    ResponderEliminar