jueves, 27 de octubre de 2011

Adiós, sin mas.

Mis maletas están hechas, mis cosas empaquetadas. Todo listo en la puerta. Estoy preparada para marcharme. Pero no lo hago. Parada frente a tu puerta, esperando. Tengo que despedirme. El taxi está esperando, el avión va a partir y yo sigo sin querer moverme de aquí. Y por fin sales. Y yo tengo que irme. Así que sonríe y bésame, dime que me esperarás, dime que no quieres que me vaya, cógeme de la mano como si jamás me fuera a separar de ti. Porque eso es lo que estoy haciendo. Me marcho y no sé cuándo volveré, no sé cuándo nos encontraremos de nuevo. Y no quiero irme, pero tengo que hacerlo. Ya no hay marcha atrás.
Demasiadas veces te he hecho enfadar, demasiadas veces me has hecho llorar. Pero no importa. Nos queremos y eso es en lo único en que pienso ahora. Y te lo digo, te digo que te amo, que no te olvidaré, que te llevaré en mis recuerdos a donde vaya. Y tú asientes, pero sé que no te lo crees, piensas que te estoy dejando de lado. Y te lo repito. En cada sitio al que voy pienso en ti, cada cosa que escribo es para ti, todo lo que hago siempre es por ti. Y tú me besas y me dices, esta vez sí, que no me vaya. Y yo no puedo hacer otra cosa que asegurarte que cuando vuelva nos casaremos. Como siempre has querido. Pero tengo que irme. Son cosas de trabajo, ya lo sabes, me necesitan allí.

Ha llegado la hora, me marcho. Bésame de nuevo, ya no hay tiempo. El taxi me va a salir más caro que el avión y hotel juntos. Venga, no lo pongas más difícil. Me voy. Cierra los ojos y cuando los abras ya habré vuelto.

4 comentarios:

  1. Jugamos. Jugamos constantemente a probar el dolor, a entrenarnos por si algún dia nos sorprende el desaliento y el desánimo en el lugar equivocado. Construimos nuestros desengaños, despedidas, asistimos a nuestros propios entierros, repartimos nuestras herencias o matamos por amor. Nos ponemos a prueba del destino, en afanes risueños, en venganzas infieles en callejones oscuros. Así endurecemos el alma y nos hacemos prematuros separados huérfanos cornudos o abogados de ángeles negros. Es necesario prepararse para lo que puede que nunca llegue? No, no me contestes, ya sé la respuesta.

    ResponderEliminar
  2. El destino es una ruleta de la fortuna en el que siempre pierdes. Por mucho que sepas, por mucho que te prepares, el dolor siempre irrumpe y arrasa con todo a su paso. Pero yo, tan masoquista como siempre, prefiero vivir en la fina línea del caos y el paraiso. Siempre haciendo equilibrios entre el dolor más debastador y la felicidad absoluta. Supongo que algún día encontraré un punto donde quedarme, o quizás no. Todo depende del destino.

    ResponderEliminar