miércoles, 28 de enero de 2015

Hay personas...

Hay personas que se sientan a ver la vida pasar, encerrados en su burbuja donde nada puede herirlos. Hay gente que se tapa los oídos con fuerza cuando alguien llama a su puerta, rezando para que la voz que oyen se apague y ellos puedan volver a su tranquilidad. Hay personas que viven con el miedo tan arraigado dentro, que para ellos una simple caricia es como una llamarada ardiente y dañina. Hay gente que tiene acumulada tanta rabia, tantos pensamientos negativos, que prefieren quedarse al margen, odiando lo que les rodeada. Hay personas que deciden no escuchar por miedo a que les cuenten una mentira que derribe sus cimientos.
¿Crees que no lo sé? Ya sé que es una forma de protegerse, ya sé que normalmente en estos casos alguien llegó primero y sembró el caos, el dolor, la destrucción. Y también sé que no hay nada que se pueda hacer, que no se puede devolver la fe a alguien que se niega a sentir.
Y hay gente que se dedica a ver el mundo con los ojos de otros, tomando sus miedos y sus experiencias como propias, sin atreverse a vivir para no sufrir lo que han sufrido otros. Hay personas que prefieren sacrificar risas, miradas cargadas de sentimiento, emociones, con tal de evitar las lágrimas. Hay gente que jura, con el corazón roto, que jamás volverá a creer promesas ni esperanzas, porque en ese momento sólo pueden recordar las palabras que les han dicho y que nunca se han cumplido, las traiciones. Hay personas que prefieren dormir con su soledad día a día, que entregar sus noches a alguien que pueda robárselas. Gente que sabe que es más fácil odiar y renegar que ilusionarse y confiar. Personas que no pretenden vivir, que hace tiempo que se rindieron en eso, y ahora sólo esperan sobrevivir. Hay gente que huye de inmediato en cuanto les surge una batalla, suponiendo que siempre la perderá, en vez de quedarse y arriesgarse. Hay personas que se protegen tanto que sólo se hieren a sí mismas, que prefieren ser un mártir, arroparse en las penas y las excusas. Gente que se pasa la vida esperando un milagro, sin hacer nada para cambiar, sin aceptar realmente que el mundo es así y que hay que vivir con ello.
Y yo, yo no quiero ser como esas personas. Yo quiero arriesgarme a la mínima posibilidad, no renunciar, provocar llamaradas y bailar en su interior. Yo… no estoy dispuesta a sentarme a esperar y morir. Yo quiero vivir.

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