jueves, 30 de junio de 2016

Estoy asustada, aunque tú deberías estarlo más.

Antes dolía. Me rompía entera, me preguntaba qué hacía mal, por qué no era lo que tú querías que fuera, qué estaba mal en mí. Antes me lamentaba durante horas por hacerte enfadar, porque yo era la mala, la que lo hacía todo de forma incorrecta, aquella a quien era normal detestar. Antes yo era un sentimiento de culpa andante. 
Ahora. Ahora no hay culpa, no hay lágrimas, no hay lamentos. Ahora sólo hay odio, rabia, ira. Sigue habiendo dolor por lo que podría haber sido, pero ahora sé que no es por mí, que la culpable eres tú. Tú y tu amargura que proyectas en mí. Tú y tus ganas de volver a empezar, de ser joven, de tener toda la vida por delante, todo eso que envidias que yo tenga.
Y me asusta. Me asusta este odio, esta violencia que siento dentro, estas ganas de hacértelo pagar. Te maldigo y no es suficiente. Te imagino muerta, a mis manos, y es lo único que me calma. Deberías estar temblando, pero en vez de eso gritas más, me insultas, intentas hacerme pequeña delante de otros y consigues avivar más el fuego que yo no sé si podré seguir controlando. Me cuesta tanto pensar con claridad, recordar las razones por las que te quería. Y no puedo, estoy empezando a olvidar si alguna vez te quise. Ahora sólo hay odio, odio, odio. Te odio con todo lo que tengo, con todo lo que soy. Cuando estás delante, aunque no hables, aunque no me mires, sólo siento odio, desprecio, asco, rabia. Todo el sufrimiento pasado me quema entera, recorre mis venas, consume mi sangre, hace que dude si podré mantener el control, provoca que cada vez esté más cerca de romperme.
Y en el silencio, en la ausencia de tus gritos, en mi refugio, sólo puedo sentir las cicatrices que han dejado tus cadenas en mi piel. Cuando salgo, cuando me alejo, eres como una sombra que siempre está ahí. Me sigues allá donde voy, me haces sentir pequeña, que no valgo, que no sirvo. 
Y deberías estar asustada, atemorizada. Deberías ser capaz de ver el odio de mis ojos, el desprecio de mis labios, el temblor de mis manos que, por ahora, he conseguido contener. Deberías estar tan asustada…

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