lunes, 13 de junio de 2016

Mira en lo que me has convertido.

A veces, las cosas más pequeñas, son las que terminan por romperme. El pensar que yo amo de forma tan intensa, tan devastadora, y que nadie me amará a mí de la misma forma, ni comprenderá nunca lo que soy ni quien soy. Y entonces me miro, con este cuerpo, con esta cara, con este carácter y estas manías. Cómo puedo esperar que alguien me quiera si no me quiero ni yo.
Alguien decidió no quererme hace mucho tiempo. No fue de forma consciente, ya lo sé, supongo que si se hubiera dado cuenta le hubiera puesto remedio, porque le importo, eso lo sé. Pero importar no es lo mismo que querer, cuidar no es amar. Y yo no necesito que me cuiden, ni que me protejan, eso puedo hacerlo yo sola. Necesito que me quieran, necesito que me demuestren que se puede amar a alguien como yo.
Y diría que después de tantos años ya lo he superado, diría que yo misma soy la que dice que no quiere que la quieran de esa forma, que no lo necesito, que yo no. Diría que no me duele que no me quiera esa persona que decidió totalmente inconsciente y cruel que no quería quererme, incluso antes de conocerme. Diría que ese sabor amargo en mi boca, ese sabor a hiel, a odio, a rabia, ni siquiera es por esto. Que ya ha pasado, que no puede volver a dolerme. Diría que esta frialdad en mi piel, ese dolor cada vez que alguien me toca, ese no-te-acerques-más-que-me-colapso, no tiene nada que ver con esto. Diría que el que yo no me haya reído de verdad, con ese tipo de risa que es una carcajada llena de júbilo, con la boca abierta, sin pensar en nada, simplemente disfrutando de la risa, no guarda relación contigo. Que esto es totalmente verdad, que no me la has arrebatado tras repetirme hasta la saciedad lo poco que te gusta mi risa. Diría que ya no lloro por nadie, que me he hartado de que me hagan daño y he conseguido ser más dura, que contigo no hago trasgresiones hasta con eso. Diría que la razón de que mis labios estén secos siempre, que me calle por miedo a decir demasiado, no tiene nada que ver contigo. Diría que yo jamás necesito un abrazo desesperadamente, que no quiero sentir como alguien me quiere de tal manera como para abrazarme y no dejarme escapar nunca. Diría tantas cosas y ninguna sería cierta.
Y si pudiera elegir, si me dejaran, a estas alturas creo que elegiría apartarte de mí. Aunque eso me rompiese del todo, aunque no hubiera nada en el mundo que me doliese más. Porque creo que no voy a poder ser feliz si sigues aquí, me estás desmenuzando, rasgando de tal manera que al final no va a quedar nada. Y lo peor es que eres a la única a la que le he dicho te necesito, pero ni siquiera has comprendido que significa eso.
Si pudiera elegir, pediría que terminase todo ya. Que me estropeases del todo, que acabaras tu trabajo. Porque incluso si te vas, si me voy yo, el miedo seguirá ahí. Toda la fragilidad, el dolor, la inseguridad. Tu marca estará grabada por toda mi piel y así no podrá tocarme nunca nadie sin que, al hacerlo, me duelan las cicatrices. Justo igual que ahora. No cambiaría nada.
Si pudiera elegir, elegiría no ser yo, terminar con todo, evaporarme, dejar de funcionar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario